Por qué el omnicanal está condenado a desaparecer en la logística

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La tendencia actual en el comercio electrónico es que los consumidores combinen, cada vez más, los canales off y online (es decir, que compren tanto en las tiendas físicas como a través de internet). Para las empresas, la omnicanalidad supone muchos retos desde el punto de vista logístico.

Cuando todos los consumidores sean digitales (por nacimiento o por conversión) ya no existirá la monocanalidad y todo se distribuirá a través de la omnicanalidad. Los formatos comerciales tienden a converger: los actores que sólo venden a través de internet (pure players, en inglés), están abriendo tiendas físicas y, a su vez, se observa que los comercios tradicionales disponen de tiendas dedicadas a preparar los pedidos del comercio electrónico.

Desde el punto de vista del operador logístico, el reto es inmenso: requiere tener inventarios en tiempo real para poder saber desde dónde suministrar un producto, coordinar inventarios para poder confeccionar un pedido desde múltiples ubicaciones, contar con sistemas integrados para la comunicación y con mayores automatismos para ofrecer la agilidad necesaria, entre otras cuestiones.

Esta complejidad aumenta debido a la logística inversa que, en este canal de distribución, es casi igual de importante que la logística de entrega (por ello, los costes de la logística de la omnicanalidad son superiores a los de la logística tradicional). Como resultado de ello, es imprescindible que haya transparencia en cuanto al coste.

En ese sentido, los operadores logísticos tienen que adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores si quieren sobrevivir, y convertir los almacenes tradicionales en centros de preparación de pedidos y envío a clientes, invertir en tecnología de picking automático, etc.